“El tablero de ajedrez, cuadros blancos, cuadros negros...” Así empiezan, bailando entre columnas y filas, las sesiones de ajedrez que tanto les gustan.
El mundo mágico de vainilla y chocolate les lleva por procesos de aprendizaje básicos para su desarrollo tanto emocional como intelectual: centrar la atención, pensar para valorar y tomar decisiones, aceptación de normas, aprender a ganar y a perder, aumentar la autoestima… en definitiva, desarrollar sus capacidades para un mejor crecimiento en todos los aspectos.
Y todo esto lo logramos con un Rey y una Reina que, en P4, nos ayudan a pasar Bits, a cantar canciones, a colocar unos peones que avanzaran despacito un paso o dos la primera jugada y después solo un paso porque se cansan y a capturar “comer” en diagonal.
¡Y recordando que siempre empiezan las piezas blancas!
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